Con la primera escena de la película nos queda claro que no va a ser el típico biopic sensiblero sobre enfermedades terminales ni nada por el estilo. Esta película es dura, enseña lo que hay en realidad y si te gusta bien y si no también, por eso me gusta tanto.
El filme es un biopic de Ron Woodroof, un cowboy de rodeo, que está adicto a las drogas y a las mujeres a partes iguales lo que le lleva a ser diagnosticado de SIDA. Este diagnóstico no viene solo, además de dicen que por culpa de la enfermedad le quedan nada más y nada menos que treinta días de vida. Ahí es cunado Ron se empieza a medicar, entra en el mundo de los fármacos clandestinos y se da cuenta de que el medicamento que está legalmente aprobado en los Estados Unidos lo único que hace es matarte por sus efectos secundarios.
Ron encuentra nuevos medicamentos, no aprobados en su país, que no solo hace que mejore su nivel de vida, si no que también la alarga. Visto esto Ron comienza una lucha contra el Estado y las farmacéuticas mientras sobrevive tomando esos medicamentos y vendiendo a todos los pacientes que se presten a ello.
A mi personalmente es una película que me encanta casi en su totalidad, pero hay algo que sobresale por encima del resto y eso son las interpretaciones de Mathhew McConaughey, en el papel de Woodroof, y de Jared Leto, en el de Rayon, un travesti también con SIDA que se asocia con Woodroof. Dos actores con papeles estelares, interpretados a la perfección (las muecas de dolor que ponen parecen de todo menos fingidas) les lleva a conseguir a cada uno su estatuilla en la gala de los Oscar de 2013.
Como curiosidad decir que esta peli se llevó otro Oscar más, el de maquillaje, esto no parecería raro si no fuera porque el presupuesto de maquillaje era de 250 dólares!
En resumen, una gran película con unos pedazos de actores basada en hechos reales y dramatizada a la perfección. Si aún no la han visto, ya saben lo que tienen que hacer!
Puntuación: 9/10
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